Al cuidado de los cuidados
Los cuidados han sido infravalorados tradicionalmente. Relacionados con lo femenino, con lo reproductivo, con lo invisible, con lo no importante. Las tareas de cuidados se han relegado al ámbito privado, y aunque son esenciales para la sostenibilidad de la vida, no ocupan el lugar social y político que requieren. El discurso se ha ido modificando, a consecuencia de las presiones y reivindicaciones desde los movimientos feministas, pero la realidad es que todavía hay mucho por hacer.
A menudo, hablar de cuidados, es hablar de cuidar a las personas mayores, de cuidar a los niños y niñas, de cuidar a las enfermas, de cómo hacer para que las personas cuidadoras sean valoradas, del derecho a no cuidar,… Esto es esencial para la vida en comunidad. Pero hay más.
No voy a hablar de los cuidados desde la dimensión macrosocial (si bien aconsejo investigar y leer sobre este tema), sino desde la experiencia y vivencia en pequeños grupos y colectivos, desde la micropolítica.
Los espacios colectivo-políticos son grupos de personas que tienen uno o varios objetivos comunes. Son espacios relacionales, en los que nuestra capacidad de cuidado y de autocuidado juega un papel fundamental.
Las personas necesitamos sentirnos cuidadas, aceptadas y valoradas para poder desarrollarnos libremente. Necesitamos afectos. Así mismo, en los grupos se necesita un clima de confianza, respeto y cuidado, que permita desarrollar su potencial y creatividad. Un grupo no es la suma de las individualidades, es más que eso, tiene un cuerpo, unos ritmos, unos deseos, unos miedos y unas necesidades propias. Pero las necesidades individuales están presentes, y deben ser cubiertas para poder saltar de lo individual a lo colectivo.
Cuando me siento bien conmigo estoy bien con el otrx. No es una tarea fácil. Ya que socialmente estamos educadas para el no-autocuidado. No podemos cuidar si no sabemos cuidar de nosotras mismas. Para cuidar hay que cuidarse. A esto se suman valores culturales relacionados con la competencia, la no colaboración, la exigencia, la independencia (en el sentido de no ser conscientes de nuestra interdependencia social y ambiental), además de la exaltación del dolor y la pena de nuestra tradición judeocristiana, que están en la base de nuestras creencias más arraigadas, encarnadas en nuestros cuerpos.
Desprendernos de todo esto, para generar relaciones de cuidado y buen trato, implica un trabajo individual y colectivo. Un trabajo de autoconocimiento y crecimiento personal. Aprender a poner límites, a escuchar qué queremos y qué no queremos hacer. Aprender a expresar lo que sentimos. Aprender a esperar, a coordinar los diferentes ritmos. Hablamos de transformación social, pero esa transformación sólo puede comenzar por nosotrxs. Transformémonos para transformar.
Mi recorrido por diferentes grupos me ha permitido observar algo en común. Un grupo de personas, a menudo mujeres, comienza a reivindicar los cuidados. Se hablan, se luchan, se explicitan. Se crea un discurso pro-cuidados que es incorporado en el lenguaje. Pero, a menudo, lo que viene después es que no sabemos hacerlo, no sabemos cómo cuidarnos. Las prisas por priorizar “lo importante” y “la operatividad” los deja en segundo plano.
No quiero decir que los cuidados no estén presentes de ninguna manera en estos espacios. Pero, de nuevo, son invisibles. Son desarrollados por personas que tienen unas habilidades o inquietudes determinadas, y normalmente se quedan fuera del espacio explícito. Nos cuidamos a hurtadillas, y sin conciencia. Reproduciendo el esquema macrosocial, y de género, en lo micro.
Los cuidados son un concepto difícil de definir y de comprender, pero, sobre todo, son difíciles de desarrollar. Queremos poner los cuidados en el centro. Darles su tiempo y lugar. Hacerlos explícitos. Generar espacios de autocuidado y cuidados colectivos. Espacios para trabajar lo relacional, corporal y emocional. Porque queremos vivir las relaciones que decimos construir.
[…] y qué quieres recibir. Delimita en tu agenda los tiempos de dedicación y de no-dedicación. Crea espacios de cuidados con tu gente donde podáis poner en común vuestras necesidades, personales y colectivas. Prioriza […]
Excelente reflexión, para empezar a cambiar debemos empezar por nosotras.