Fin de las vacaciones. La vuelta… ¿¿al estrés cotidiano??
He tenido unas vacaciones increíbles. La inmensidad del mar, los libros para devorar, las personas que me han encontrado, sexo del bueno… Qué plenitud, y qué ganas de comerme el mundo a bocados!
Si soy sincera, me costó parar. A mitad de julio tuve que tirar de freno de mano para poder pasar de mi yo operativo-productivo-unraticomásytermino, a mi yo relajado-disfrutón-miracomohagoelbesugoenelmar. Y cómo me ha gustado!!!
Fin de las vacaciones. ¿Y ahora qué?
Ahora, a volver a la cotidianidad.
Al no tengo tiempo, al no llego, a las agendas infladas, a las listas de cosas por hacer, a compromisos y responsabilidades, al posponerme, al no respirar…
uffff…no, gracias.
Me encanta viajar. Pero, sinceramente, tenía unas ganas de tirarme en el sofá y ponerme una peli (de esas que son lo suficientemente malas para que no me importe dormirme, pero no tanto como para estar todo el rato indignada criticándolas).
El sofá. Y el café que me trajeron de Nicaragua que hago para mí por las mañanas. Y la gatita chupándome los pies. Esas dulzuras chiquitas y diarias que le dan sentido a mi estar aquí.
Y vuelvo al dilema de cada septiembre. ¿Cómo no caer en el estrés diario?, ¿cómo hago para priorizarme, para tener tiempo para mí, para no olvidarme de los placeres cotidianos?, ¿cómo combino la operatividad y la calma?, ¿cómo lo integro?.
Y miro atrás, y siento que cada año lo hago un poquito mejor. Cada vez me doy cuenta antes cuando se me lleva la rueda de la productividad, del hacer, del no parar,… y puedo observar a Shina (la gatita) que me mira plácida, sin entender absolutamente nada de lo que hago, y preguntándose porqué no me tumbo a su lado.
Una vez más, voy a apuntar mis propósitos para el curso en una cartulina gigante, con rotulador del gordo.
– Tiempo para mí (apuntar mis citas conmigo en la agenda semanal!)
– Tomarme el café pensando sólo en su sabor
– Ser un poquito menos exigente conmigo, y (a consecuencia) con el resto
– Pintar un mar con acuarelas
– Priorizar mis necesidades
– Cuidar mis relaciones
– Emocionarme (y dejarme llevar por lo que siento)
– No hacer cosas que realmente no quiero hacer
– Decir “no” más a menudo
– Respirar hondo y profundo
Aunque se me olviden a veces, aunque cueste, aunque a menudo no lo vea tan importante… poco a poco, van haciéndose hueco en mi yo ordinario-cotidiano, que quiere seguir con la sonrisa de la que chapoteba alegre en el mar.
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