Lannas surge de la necesidad de potenciar y vincular diferentes tipos de perspectivas teóricas y propuestas metodológicas.

Atención integral: las personas tenemos diferentes dimensiones (corporal, emocional, mental, sexual, espiritual y social), pero a menudo no se encuentran integradas. Dicha integración aporta beneficios a nuestra salud y bienestar. Entendemos al ser humano como un ser global, un todo en el que sentimientos, pensamientos, conductas, emociones, acciones,…convergen.

Espacio de seguridad: facilitamos la creación de un espacio de  seguridad y confianza para que las personas puedan expresarse y ser de forma libre y sin miedos. Un espacio donde puedan vivenciar relaciones de buen trato.

Autonomía personal: partimos de las potencialidades de cada persona, con el objetivo de fomentar su autonomía y bienestar individual. Queremos trabajar el «darse cuenta», ya que desde la toma de conciencia podemos tomar las riendas de nuestra vida y hacernos protagonistas de los cambios que queremos dar para sentirnos acorde con  lo que deseamos. En este sentido, se trata de un enfoque empoderador.

Enfoque sistémico: como somos seres interdependientes, en nuestro trabajo tenemos en cuenta los diferentes sistemas a los que pertenecemos (familia, relaciones, contexto socio-cultural…).

Enfoque de género: un eje transversal en nuestro trabajo. Las personas somos educadas con determinados valores, actitudes y expectativas según nuestro género. A menudo, lo que se espera de nosotras no tiene mucho que ver con nuestras inquietudes y deseos. Poder cuestionar los roles de género impuestos nos ayuda a resolver nuestros laberintos emocionales.

Arte y creatividad: con frecuencia utilizamos herramientas que provienen de otros ámbitos, como el teatro, la danza, la música, la improvisación…para poder desarrollar un trabajo que potencia otro tipo de pensamiento y comunicación, más creativo e instintivo. Nos ayuda a conectar con las emociones y el sentir.

El placer y el cuidado: trabajamos desde la lúdica y el humor, situando el placer en el centro de nuestro hacer. Respetando y cuidando los procesos individuales y colectivos, adaptándonos a sus necesidades y peculiaridades. Cada persona conoce mejor que nadie sus límites y sus tiempos Potenciamos la capacidad de aceptación, tanto hacia una misma como hacia las demás personas, con el fin de fomentar las relaciones de buen trato y la responsabilidad hacia una misma y el autocuidado.