Seres completos: equilibrio entre adentro y afuera
“Creo que estaría mejor en otra ciudad”,
“ me encantaría conocer a alguien especial”,
“mi gente no me cuida lo suficiente”, “me siento así por ti”,…
A menudo buscamos fuera lo que sólo podemos encontrar dentro. Vivimos sintiéndo que nuestras emociones, nuestro bienestar y nuestra felicidad están condicionados por las personas y las situaciones que nos rodean. Intentamos cambiar las condiciones externas (amistades, pareja, trabajo, casa, ciudad,…). Responsabilizamos a nuestro entorno de nuestros procesos personales.
Es más fácil ver que mi pareja no me cuida suficiente, o que mis compañer@s de trabajo no me escuchan de verdad, o que el ritmo de esta ciudad no va conmigo, o…
Y todo esto es cierto.
No pretendo quitar importancia a las condiciones externas que, por supuesto, condicionan nuestra vida y la hacen más compleja. La precariedad laboral, la falta de estructuras horizontales e inclusivas, las relaciones de maltrato, la escasez de cuidados,… Condiciones en las que necesitamos intervenir, especialmente a nivel colectivo y social, organizándonos para crear alternativas.
Asimismo, necesitamos observar qué parte de responsabilidad tenemos en nuestra vida. Al fin y al cabo, cotidianamente yo elijo dónde quiero estar, cómo y con quién.
El adentro y el afuera son dos conceptos que nos ayudan a entendernos.
El ADENTRO es mi espacio interior. Lo que vivimos, pensamos, sentimos,… Nuestras fantasías, miedos, creencias,… Nadie puede conocerlo si no lo exteriorizo. Forma parte de mi intimidad. Yo decido cuándo, cómo y con quién expresarlo.
El AFUERA es mi espacio relacional y social. Cómo nos colocamos frente a las demás personas, qué tipo de relaciones creamos. Qué lugar o lugares sociales ocupamos en nuestros espacios: laboral, familiar, colectivo,…
Nos han enseñado a estar fundamentalmente en el afuera, olvidando nuestra parte interior. Sin embargo, para desarrollarnos como seres completos e integrados, necesitamos un equilibrio entre el adentro y el afuera. Un equilibrio entre estar conectadas con nuestras necesidades, nuestras relaciones y nuestro mundo.
Sentirme enraizada
El enraizamiento es la sensación de ser consciente de lo que necesito, de estar conectada conmigo, a la vez que lo estoy con las demás personas. Poder expresar y escuchar, dar y recibir, poner límites y respetarlos.
Somos seres interdependientes. Nos necesitamos. Pero para vivir relaciones sanas, desde el amor a la libertad propia y del otro/a (y no desde la dependendencia emocional), hay que empezar por relacionarnos desde mi yo completo (enraizado) y el tuyo.
Tener los pies en el suelo, con un sentido de arraigo, te permite tomar las riendas de tu vida.
Si estás enraizada, la vida puede golpearte, puede desestabilizarte, pero siempre vuelves a tu lugar. A tu lugar de poder, a quien eres.
El enraizamiento es una sensación, una emoción, un sentimiento, que se percibe en el cuerpo. Entrenar esta sensación en el cuerpo nos ayuda a incorporar esta actitud a nuestra vida. Es una postura de apertura, de apertura a mí y al mundo, y de integración.
Respirando profundo, para sentirme y, desde allí, abrirme al mundo.
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